La verdad sobre la Cuarta Revolución Industrial

Las tecnologías han comenzado a crear disrupción en los sistemas de información, alimentación, energía, transporte y materiales. Tenemos menos de 10 años para asegurar que los cambios se den de forma equitativa y nos beneficien a todos.

Carlos Jaramillo
4 min readOct 8, 2020

La Cuarta Revolución Industrial y sus tecnologías habilitantes llegaron con la promesa de que un futuro sostenible y equitativo es posible, muchos ejemplos nos muestran que esto es una realidad hoy. Estamos ad portas de sentir los efectos y consecuencias de un cambio tecnológico sin precedentes que creará disrupción en la economía global y todas las industrias. Solamente las tecnologías aplicadas a fomentar economías circulares podrían llevarnos a disminuir hasta en 10 veces los costos de producción, utilizando muchos menos recursos naturales.

Los modelos extractivos basados en la escasez y los recursos limitados hoy son contendidos por sistemas de creación localizada y ubicua. Estamos hablando de un mundo que ya no será “sostenido” por el carbón, el petróleo y el acero sino por moléculas, ADN y Qubits.

Hoy el sol y el viento son las fuentes de energía más económicas que tenemos, Uber y plataformas similares nos han hecho pensar en el transporte de otra forma, la alimentación y la agricultura se están reinventando y movimientos sociales en todo el mundo nos han mostrado que sistemas descentralizados de información pueden articular a la sociedad.

Ahí está la verdad sobre la Cuarta Revolución Industrial, no en la tecnología per se, sino en sus efectos sobre la humanidad. Hoy tenemos la oportunidad de capturar estos beneficios, pero todo depende de una transformación social que implica cambios — y por ende también trae consigo retos, ya sabemos que no todo el mundo recibe el cambio con los brazos abiertos, sobretodo esos que no lo entienden o que creen que van a ceder control/poder.

La clave está en el pensamiento sistémico y en darnos cuenta que los modelos económicos, sociales, espirituales y políticos actuales, o lo que conocemos como “el sistema” en todo su conjunto, son reliquias de una era industrial y, sí algo nos ha dejado claro la Pandemia del 2020, es que es el tiempo de una economía y una era digital. Los líderes muchas veces no logran entender esto, de ahí se derivan las divisiones y la injusticia social, una destrucción desmedida del medio ambiente y una crisis económica agravada por la emergencia sanitaria.

Luchar por proteger sistemas e industrias tradicionales es obviar el hecho de que la disrupción no es lineal y la velocidad exponencial a la que avanza la tecnología es a la que debemos movernos. No hacerlo nos llevará a dejar miles de activos ocultos sin capitalizar y a perder tiempo, recursos y dinero. El enfoque debe estar, tal y como en la pandemia, en proteger a las personas, brindar estabilidad social y acceso a servicios que mejoren nuestra calidad de vida.

La información está en el centro de esta revolución y permea cada área. Los datos de consumo sobre energía, transporte, nutrición y salud tienen un valor altísimo. Por eso se dice que los datos son “el nuevo petróleo”. Es necesario empezar a regular la forma en que empresas de tecnología y monopolios comercializan nuestros datos. Ahí hay una oportunidad grande de generar equidad.

También es importante la forma de ver los ahorros, las pensiones y los impuestos. Los Millennials han comenzado a envejecer y serán una generación que necesitará de cuidados y otros modelos para hacerlo de forma digna, sobretodo por la gran cantidad de individuos que han optado por no tener hijos, la economía del cuidado nos presenta nuevas oportunidades en ese aspecto. Otro punto es permitirle a los individuos invertir en negocios pequeños pero que generen flujo de caja, negocios como la generación de energía solar o la agricultura a baja escala para promover barrios y comunidades autosistenibles. Recuerden que hoy hay otros derechos fundamentales que debemos considerar: el acceso a buen Internet, a información confiable y por qué no, a energías limpias.

Finalmente, hoy empiezan a converger conceptos que venimos discutiendo hace algún tiempo como el de negocios sostenibles. Sin duda alguna los negocios que serán relevantes en el futuro — y ese futuro es hoy, son los negocios que generan impacto social, ambiental y económico de forma trazable y medible. Los negocios centrados en las personas no son una alternativa, son el deber ser. Las utilidades y el enriquecimiento de los grupos de interés son resultado de hacer negocios bien, pero no son el propósito con el que deben crearse las empresas. El apoyo de los jóvenes, principalmente Centennials y Millennials a modelos de negocio de alto impacto es evidente: hoy preferimos una marca transparente y responsable de un impacto más allá de la generación de utilidades a un negocio tradicional. Esa población, que hoy asciende a más del 50% de los habitantes del mundo, es la principal fuerza de compra y la principal fuerza laboral del planeta, es pertinente detenernos a analizar ese dato y asumir la responsabilidad que conlleva de cara a la sostenibilidad de nuestro planeta y a corregir los efectos de la crisis climática.

La invitación, tanto para líderes en el sector privado como el público, es a entender el proceso de cambio que estamos atravesando y asumir un liderazgo responsable, que lideren con el ejemplo y que sean capaces de aprovechar el punto de inflexión para consolidar una era de prosperidad sin precedentes para la humanidad.

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Carlos Jaramillo

Innovación, negocios y sus efectos sobre la sociedad. Se habla Español and English. Business, design, tech videogames and whatever crosses my mind.